Hoy te encontré de casualidad cuando iba a clases, intenté ser amable y te saludé.
Tú me devolviste el saludo y pronunciaste mi nombre con tanta delicadeza que casi me rompo frente a ti otra vez.
No tienes idea de cuantas inhalaciones tuve que hacer para tranquilizar a mi agitado corazón por haberte escuchado decir mi nombre después de mucho tiempo.
Mientras hacía mi camino a la puerta tuve ganas de regresar, abrazarte y decirte que te echo de menos.
Todo el viaje en el bus, miraba por la ventana y recordaba los momentos junto a ti, las risas, los bailes en la cocina, los abrazos, las miradas cómplices y todas las veces que te entregué mi corazón lleno de esperanza.
Espabilo y los recuerdos se esfuman, pero mi corazón ha vuelto a doler por ti y aunque intento exhalar el aire de mis pulmones para dejarte ir, no lo logro.
Solo siento culpa y vergüenza por la forma en que te quise, ¿sabes? porque tú nunca me pediste que lo hiciera, aun así yo lo hice sabiendo que quizás lo nuestro no iba a suceder.
La verdad era que yo no tenía un espacio en tu vida y solo me conformé con migajas de un amor no correspondido, porque tu corazón ya estaba ocupado por alguien más y tú no ibas a cambiar lo que sentías, al menos no por mí.
Mientras que yo imaginaba un felices para siempre contigo, tu felices para siempre tenía el nombre de otra persona.
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